jueves, 17 de septiembre de 2009

El Desayuno

- Esto esta mal, aun no aparece, y algunos ya se dieron cuenta, es cuestión de tiempo que empiecen las preguntas
- ¿Cuales son las opciones que tenemos?
- Estamos en un punto fortificado y fácil de defender, el problema es que no tenemos con que defendernos, nos quedan muy pocas municiones.
- ¿Dónde están los observadores que mandamos hace algunas horas?
- Aun no regresan mi Capi. Aun que siento que tal vez no regresen
- Me preocupan esos disparos lejanos que escuchamos, habla de que aun hay escaramuzas por allá que es lo mas probable, pero ya no podemos abandonar este punto, si mandamos refuerzos, nos vamos a quedar sin hombres poco a poco o a caer en una trampa.
- Los vigías también han informado sobre algunas pequeñas torres de humo y algo de movimiento como a kilómetro y medio de aquí, si hay escaramuza o enfrenamientos, seguro se esta llevando en ese punto.
- Aun así no podemos darnos el lujo de mandar hombres y menos si no tienen municiones, ojala que los que aun estén rezagados logren llegar, nos harán falta para la defensa.


Ya era de mañana y en el improvisado y limitado cuartel, trataban de ver cual era la mejor estrategia a seguir, durante la noche llegaron soldados que se habían perdido en la batalla, otros que habían logrado esconderse para salvar la vida, el numero de bajas era aun mayor que en los días pasados, a pesar de que la resistencia fue feroz, nada pudieron hacer y tuvieron que retirarse del punto en donde estaban, las municiones escaseaban, y los ánimos comenzaban en un declive total, parecía que en poco tiempo les asestarían una derrota moral y total, pero sabían que tenían que resistir.

Los minutos pasaban y en la resistencia se vivía un aire pesado, un ambiente tenso y de preocupación, heridos por todos lados, armas sin cartuchos, ya era hora del desayuno, pero muchos se preguntaban si de verdad había algo para alimentar a tantas bocas hambrientas y tan cansadas en ese momento.

- Mi Capi, ya están listas las raciones del desayuno, pero no creo que alcancen para todos, espero su orden.
- Que se les suministre primero a los heridos, vamos a necesitar que estén listos lo mas rápido posible. Después a los que vayan llegando y traten de que la ración alcance.
- Mi Capi, de verdad no hay mucho si acaso para la mitad de los hombres.
- ¿Cómo que para la mitad?
- Así es, solo tenemos una pasta de frijoles rebajada con mucha agua.
- ¡Eso no me importa! Quiero que eso alcance para la mayoría, ¡es una orden!
- Si mi Capi, haremos todo lo posible.
El cocinero se había retirado, los oficiales que se encontraban ahí, también estaban muertos de hambre, pero necesitaban dar el ejemplo y seguir adelante, la situación se agravaba en cada instante que pasaba, los oficiales a cargo ya no discutían y se miraban unos a otros esperando alguna idea o alguna esperanza de de ayuda, pero sabían que estaba prácticamente solos. Entre discusiones apagadas, algunas miradas de desesperación otras perdidas en pensamientos y estrategias muy profundas, no podían ponerse de acuerdo en que iban a hacer.

- Solo nos queda esperar y atrincherarnos bien
- Pero mi Capi, ellos tienen mucha mayor fuerza que nosotros – interrumpió el sargento Manuel.
- ¿y eso que? Siempre han tenido mayor fuerza, mejores armas, todo, ¿y que?, siempre les hemos dado duro y sin miedo y ahora me quieres chingar con esa simple frase Manuel
- No es eso Capi, ¡claro que no!, pero no podemos solo esperar y resistir hay que pensar en lago mas
- Manuel tiene razón, si nos quedamos así, lo mas seguro es que nos acaben de un solo golpe.- rompió con su voz suave y tranquila el Capitán Díaz
- De eso estoy conciente, pero ¿que podemos hacer en este momento?, la zona nos favorece para defendernos, no podemos contraatacar, eso seria un verdadero suicidio. No contamos ya con la fuerza suficiente para hacerlo, no tenemos armas.
- Manolo, en la batalla de anoche, ¿notaste algo nuevo en esos puercos?
- Sin lugar a dudas, eran más y parecían renovados, pienso que recibieron muchos más refuerzos y municiones, tal vez rotaron sus líneas.
- Es probable, tal vez por eso hace 5 días estaba más equilibrada la balanza.
- Hace 5 días los hicimos retroceder, para hoy están a un golpe de acabar con nosotros.- decía el Capi con la mano en su frente tratando de apagar la pesadez del momento
- Habrá que cuidarnos de su artillería, seguro que ese fue uno de los puntos en donde más se reforzaron.
- En eso tienes razón Díaz, también note eso y más ayer.
- Deben de estarse guardando un ataque mucho mas brutal los hijos de la chingada, seguro que no se van a querer manchar los uniformes y nos van a querer atorar con eso.
- Si, lo he estado pensando, Manolo, ¿quien esta a cargo de los perros en este momento?
- Rafael
- Quiero que lo traigas, necesitamos saber donde esta la otra mitad de esos cabrones y que el también participe en la defensa.
- Si mi Capi enseguida.
- ¿Que vamos a hacer Díaz?, ya no nos queda mucho.
- El comandante aun no aparece y en cuanto se den cuenta todos, esto va a estar desmoronando, solo nos queda esperar hasta el medido día o la noche cuando mucho.
- Será bueno que saquen a los heridos de aquí.

Mientras los dos analizaban la situación, el cocinero había entrado con las raciones respectivas, los dos sumidos en profundos pensamientos habían notado su presencia, pero al mismo tiempo ignoraban a esa figura, el Capi con su mano en la frente, y el comandante Díaz mirando a un punto fijo.
- Mi Capi, aquí tengo su desayuno y el de los demás
- Pasa y déjalo, ¿alcanzo para todos?
- Si, pero para mañana ya no creo que quede mucho.
- Bueno, ya mañana te preocuparas de eso, mientras ya lo resolvimos.
- Con su permiso

Se había retirado, los dos nuevamente quedaron solos en esa semi-oscuridad de un cuarto, se escuchaban murmullos y albortos por todo el cuartel, cuentos de hazañas victoriosas, escapes milagrosos, el llanto por un amigo, la tristeza y la pena de verse en un combate que parecía siempre estar perdido. De repente la puerta se abrió, era Manuel y detrás de el aparecía una figura delgada, una mirada dura y directa, las manos a los costados, la ropa sucia y casi rota, unas botas llenas de tierra.

- Aquí esta mi Capi, como lo solicito.
- Pasen
- Rafa, ¿Dónde esta la otra mitad de los Perros?
- No lo se Capi, salieron con el Comandante antes de que la batalla comenzara
- ¿sabes a donde fueron? – pregunto Díaz con su mirada al mismo punto fijo.
- No, el comandante llego y hablo con Don Gabriel, después se alistaron los hombres y salieron.
- ¿Y no se te ocurrió preguntar algo?
- Si mi Capi, pero nadie dijo nada, que era orden de nuestro Comandante.
Por fin Díaz volteaba a ver la conversación, firme y serio Rafael contestaba las preguntas mirando detenidamente a los ojos de sus dos superiores, Manuel detrás de la escena solo observaba en completo silencio.
- muy bien Rafa, sabes que tenemos que preparar una defensa- decía el Capi
- lo se, dispondré de mis hombres en donde ustedes digan
- esta vez serás parte de la estrategia, seria de mucha ayuda.
- Si me lo permiten, quiero que mis hombres estén al frente, pero del costado izquierdo
- ¿Y eso a que se debe? – lo miro Díaz detenidamente.
- Eh notado que los puercos son mas débiles en ese flanco, además de que su artillería esta generalmente en el centro, mi idea es que mientras ataquen nosotros podamos debilitar ese flanco y romper su línea para destruir artillería o atacarlos por detrás de la línea central.
- No es una mala idea, concuerdo contigo, Díaz, ¿que opinas?
- Pienso que si pueden resistir el ataque que lleve acabo su ofensiva, tienes plena libertad de actuar por lo que a mi respecta, pero no quiero que vayas contra la línea central, sino que alcances su artillería, es lo que mas daño nos hizo.
- No lo se, no seria mejor si destruimos o por lo menos le pegamos a su línea, sus cañones no podrían ser disparados contra nosotros en ese punto. En cambio pienso que su línea de artillería va a estar muy bien protegida.- Dijo el Capi con voz tajante.
- Tienes razón Capi, Rafa, tendrás libertad de actuar si logras soportar el embate, tu prioridad después de eso será cruzar y atacar por detrás. – Rafael solo asintió con un movimiento de cabeza.
- Bueno, hay que desayunar, que el combate de ayer me dejo hambriento.- Decía el Capi devorando su plato con la mirada – Rafa acompáñanos por favor.
- Gracias pero ya tome el mío poco antes de venir acá, quisiera pedir volver con mis hombres para empezar a poner mis líneas.
- Como tú quieras.
- Permiso
Rafael se retiro, recto, con la cara firme y sus manos siempre al costado; el Capi, Díaz y Manuel se sentaron a tomar su desayuno, solo se escuchaba la respiración de estos tres y los movimientos de las bocas. Los ruidos externos a los que estaban acostumbrados eran los normales, la pasta de frijoles que ahora era una especie de masa con agua era el alimento que estaban comiendo hace 5 días, pues era lo único que les había quedado. En medio del desayuno se escucho una fuete explosión y el piso retumbar, el Capi de un brinco se puso en la puerta, Díaz primero siguió con su mirada y después su cuerpo a la puerta, Manuel iba por de tras, toda la línea de resistencia que se encontraba afuera escucho la explosión, vio un estallido imponente detrás de lo que debía ser la línea enemiga. En una orden directa del Capi, todos corrieron a sus posiciones reforzando el centro, los perros al mando de Rafael estaban listos para dar guerra sin tregua. Pero esa explosión había sido definitivamente detrás de la línea enemiga.

1 comentario:

Blanca dijo...

Ya decía yo que esto ya lo había leído, y lo encontré, mayo del 2009. Te dejé comentario entonces. lo has modificado, y está muy bien,no perdió nada, y no se...al cabo no soy crítica de literatura....de oficio.
Hasta luego, Phortos..